TOULOUSE
Entre Historia y Ciencia, este lugar se abre en exclusiva: ¿cómo hizo posible el haz de electrones la observación de lo infinitamente pequeño? ¿Por qué esta arquitectura es digna de las mejores novelas de ciencia ficción?
En Rangueil, la visita está guiada por dos voces: un profesor y un investigador del laboratorio CEMES (Centre d’Élaboration de Matériaux et d’Etudes Structurales). Sus intervenciones permiten conocer el impresionante patrimonio científico de los años 50…
Toulouse se encontraba en la encrucijada de su destino: ¡era una ciudad de campo Y un hervidero de investigadores en la carrera científica de la posguerra! Tierra de aeronáuticos y físicos, atrae cada vez a más estudiantes, que pronto verán construirse campus a lo largo de los campos y prados. Fue Charles de Gaulle quien inauguró aquí, en 1959, el Laboratorio de Óptica Electrónica, hoy CEMES.
Gaston Dupouy diseñó el microscopio más eficaz del mundo. Creó un cañón de electrones que podía alcanzar el 95% de la velocidad de la luz. Su radio le permitía multiplicar por un factor de 1 millón la observación de bacterias, ¡una hazaña extraordinaria!
Para alcanzar tal potencia (1,5 millones de voltios), la columna del microscopio (hoy desaparecida) se alimentaba de un acelerador Cockcroft-Walton. En aquella época, los instrumentos eran de un tamaño monumental: ¡se trataba de la “Gran Ciencia”! Es aquí donde se le abrirán los ojos: la “Bola” del arquitecto Camille Montagné, de 26 metros de diámetro, sigue albergando este acelerador. Consta de tubos coronados por setas de acero pulido de 9 metros de altura, pero shhh… hay que verlo para creerlo…