TOULOUSE
Desde los bulevares, la plaza Arnaud-Bernard parece un pueblo mediterráneo con sus fachadas coloridas, de donde se alza, al fondo, el orgulloso campanario de la basílica de Saint-Sernin. Se trata de uno de los barrios más pequeños de la ciudad, pero también uno de los menos conocidos, rodeado de numerosos prejuicios.
Antigua Puerta Real, aquí se entregaban las llaves de Toulouse al rey en visita oficial. Posteriormente, la plaza pasó de ser un lugar de ejecuciones públicas a convertirse en el mercado mayorista más importante de la ciudad, antes de trasladarse a Les Minimes en 1964. A lo largo del siglo XX, el barrio de Arnaud-Bernard fue un lugar de acogida para hombres en busca de una nueva vida, procedentes de Italia, el norte de África o España.
Tras una presentación histórica, el guía le llevará por calles que ni siquiera sospechaba que existían: desde la pintoresca rue de la Verge d’or, testimonio de la identidad rural del barrio, hasta la rue des Quêteurs, donde el Monasterio de la Pitié prodigaba su caridad, las paredes de Arnaud-Bernard tienen cien caras. La más insólita es la de los grafitis que cubren todos los edificios de la calle Gramat, cuna del arte urbano en Toulouse.
Sin embargo, parece que lo que mejor define este paseo es la relajación. Los jazmines plantados en la acera y el descubrimiento de los escaparates de los pequeños comerciantes en el cruce de un jardín público secreto… Sin duda, ¡Arnaud-Bernard se vive antes de visitarse!
